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Pueblo a Pueblo

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El Camino de Santiago a su paso por Palencia lo constituyen 70 kilómetros de recorrido que atraviesan más de una docena de localidades asentadas en la planicie castellana. Son tierras llanas que alternan paisajes de secano y de regadío en espacio de vega y páramo que discurren por las comarcas de Tierra de Campos y La Cueza.

Recorrer el Camino de Santiago a su paso por Palencia no representa grandes dificultades dada la configuración llana del terreno. Los turistas lo harán por carreteras comarcales desde su inicio en Itero de la Vega hasta Carrión de los Condes, y de allí hasta Sahagún, ya en la provincia de León, a través de la carretera N-120. Existe una autovía desde Carrión de los Condes a Sahagún que presenta como inconveniente el que no permite visitar los pueblos y el propio itinerario jacobeo.

Comenzamos a recorrer las tierras de Palencia después de atravesar uno de los más bellos y largos puentes que existen en la Ruta Jacobea: «Puentefitero», que con sus doce ojos, sirve de límit
e entre las provincias de Burgos y Palencia y peina las aguas del río Pisuerga.

El primer pueblo palentino es Itero de la Vega con la pequeña ermita de la Piedad (s. XIII) y donde podemos apreciar algunos vestigios románico-góticos en los capiteles y en su ventanal del ábside. Si dispone el visitante de tiempo deberá ver el templo parroquial de San Pedro (s. XVI).

Boadilla del Camino conserva entre otros monumentos característicos un rollo jurisdiccional gótico del siglo XV y que junto a la iglesia sirvió para exponer a los reos atados a una argolla de hierro y es hoy uno de los hitos más visitados de esta zona.

Portada Románica. Monasterio de San Zoilo. Carrión de los Condes. Palencia.

Por su parte, la iglesia Parroquial es de tres naves, con algunos restos románicos en la zona de la torre, aunque lo más destacado del templo es su retablo de gusto italiano del siglo XVI y, sobre todo, la pila bautismal del siglo XIII, que sobre doce columnas, constituye una excepcional obra de arte.

Saliéndonos del Camino y como ruta alternativa, los peregrinos sin prisas y los turistas deben acercarse a Támara de Campos, una pequeña localidad que aún conserva un arco de las murallas medievales, casas blasonadas, una ermita románica y un impresionante templo de transición entre el gótico y el renacimiento que Alfonso XI mandó construir bajo la advocación de San Hipólito y que es mas catedral que parroquia, levantada en el periodo de los siglos XV al XVII.

A sólo 5 kilómetros está Santoyo, cuyo templo de San Juan Bautista pertenece al grupo de los «catedralicios» con ábside bellísimo y uno de los retablos renacentistas más majestuosos de la provincia.

Después de Boadilla los peregrinos recorren las sirgas del Canal de Castilla hasta llegar a Frómista. Los turistas lo harán por carretera.

En la conocida como «Villa del Milagro» hay templos de diversos estilos, aunque destaca sobre todos ellos el de San Martín, uno de los mejores ejemplares románicos de cuantos existen en el mundo.

Corresponde a una fundación del siglo XI mandada construir por Doña Mayor, viuda del Rey navarro Don Sancho. Aquí se puede apreciar la perfección del románico: 3 naves abovedadas con cimborrio en el crucero, 2 torres gemelas, 4 portadas y 3 ábsides, todo ello enriquecido por el cincel y estilo en hasta un total de 315 canecillos.

Otros templos interesantes son la iglesia parroquial de San Pedro (s. XV) con tres naves góticas y pórtico renacentista y donde se pueden admirar hoy 24 tablas castellanas de influencia flamenca, que pertenecieron a la iglesia de Nuestra Señora del Castillo.

Sobre un promontorio a la entrada de la villa hay una pequeña ermita, la de la Virgen del Otero, patrona de la localidad y que un día estuvo bajo la advocación de Santiago.

Después de Frómista, podemos visitar varios pueblos en la zona que representa la Tierra de Campos en Palencia. Población de Campos tiene en la iglesia barroca de la Magdalena su templo principal, aunque no el más interesante. Son las ermitas de San Miguel, construida entre el románico y el gótico y en la de la Virgen del Socorro, del final del románico que conserva la imagen titular del templo del siglo XIII donde podemos apreciar mejor lo que el arte supuso para esta pequeña población que un día fue importante lugar de la Orden de Malta.

En la ribera del río Ucieza están Revenga de Campos Villovieco. En el primer pueblo destacan algunas casas blasonadas como parte de su trazado urbano, mientras que en la iglesia de Villovieco hay curiosas alusiones jacobeas a la batalla de Clavijo.

Un poco más adelante Villarmentero de Campos nos sorprende con viejas leyendas sobre las reliquias de San Martín de Tours, que dicen llegaron hasta aquí en un mulo grande que por estas tierras se llama «acémila». En lo artístico hay que admirar en su templo, un bello artesonado en madera sin pintar y con piña en el centro (s. XV).

Villalcázar de Sirga, nuestra siguiente parada en este recorrido palentino, es un pueblo pequeño con iglesia catedralicia. Aquí la historia recuerda a los Templarios, la literatura a las Cantigas de Alfonso X «El Sabio» y el arte se hace transición entre el románico y el gótico, en un templo construido en el siglo XIII con tres naves y dedicada a la Virgen Blanca, la de las «Cantigas».

Una vez dentro no sabe uno qué admirar más, si el espléndido retablo de tablas castellanas o los sepulcros policromados donde reposan sus agitadas vidas el Infante D. Felipe, hijo de Fernando III el Rey Santo y su segunda esposa, además de un caballero templario. Un lugar éste dónde el arte funerario llegó a muy altas cotas. Destacar uno de los retablos dedicados a Santiago Apóstol en una talla del Santo con los atributos de peregrino y varias pinturas que representan escenas de su vida y milagros.

Celdas de Castigo. Monasterio de San Zoilo. Carrión de los Condes. Palencia

Carrión de los Condes se adivina en el horizonte, una ciudad que fue lugar próspero, que atendía a los peregrinos medievales con abundantes viandas y bien dotados hospitales, todavía hoy guarda una docena de iglesias y hasta media docena de conventos y monasterios, lejos ya de las doce parroquias y doce mil vecinos que dice la historia tuvo en el medievo. Fue capital del célebre Condado de los Beni-Gómez y residencia de los afamados infantes de Carrión, así como cuna de ilustres literatos como el Primer Marqués de Santillana o el Rabí Dom Sem Tob.

El primer lugar a visitar es el Real Monasterio de Santa Clara, fundado por dos compañeras de la Santa en el siglo XIII sobre un palacete, cuya estructura conserva como arquitectura típicamente castellana. Como recuerdo a su pasada grandeza podemos hoy ver un interesante museo con obras de Gregorio Fernández.

Junto a las murallas está la iglesia de Santa María del Camino o de las Victorias, románica de principios del siglo XII tiene influencias francesas por su situación en el Camino de Santiago y curiosas leyendas sobre la vinculación de su construcción con el llamado «tributo de las cien doncellas». En el interior destaca la imagen de la Virgen titular (s. XIII) y un Cristo crucificado (s. XIV).

Peregrinos y turistas quedan sorprendidos ante el friso de la Iglesia de Santiago (finales del s. XII). No es para menos. La escultura románica adquiere en este pórtico la plenitud del estilo a través del Pantócrator rodeado de tetramorfos, el apostolado bajo doseles trilobulados, las 24 figuras de la arquivolta con representaciones de oficios medievales y las columnas y capiteles nos muestran una labor sólo comparable con el Pórtico de la Gloria en la meta Compostelana. En su interior hay un museo de arte religioso.

A las afueras de la Ciudad, tras atravesar el río Carrión, llegamos al Monasterio de San Zoilo. Nació románico y buenas pruebas guarda de ello, como el pórtico descubierto hace pocos años. Alcanzó su esplendor artístico en el Renacimiento como demuestra su claustro plateresco (s. XVI), que es seguramente uno de los mejores de España. La visita se completa con los sepulcros románicos de los Condes e Infantes de Carrión.

Una visita pormenorizada a Carrión debería complementarse con las iglesias de Belén, San Andrés y San Julián, así como algunas de sus casas blasonadas o parajes urbanos como el Mirador de Belén o la Calzada de Piedra.

Después de visitar Carrión, el camino se adentra en una zona semidesértica llamada de la Cueza, con pueblos de nombre sonoro que no corresponde a la realidad actual de sus escasos habitantes.

En Calzada de los Molinos, su templo parroquial dedicado a Santiago tiene como elementos destacados para su visita un artesonado y dos imágenes de Santiago versión «matamoros» de indudable interés. Más adelante, por la carretera N-120 se llega a Cervatos de la Cueza, con iglesia moderna de estilo colonial pagada por la República Argentina, ya que en este pueblo nació el padre del General San Martín, héroe y libertador de Latinoamérica, que conserva su casa-museo y un monumento en la Plaza Mayor.

Más adelante, en Quintanilla de la Cueza, hay un retablo de buenas pinturas renacentistas, pero sobre todo su visita es interesante porque a menos de un kilómetro se encuentra una villa romana. Una serie de mosaicos, los «hipocaustum» precursores de las «glorias» de Castilla y las diversas salas que componen los restos de esta construcción hacen obligada una visita a lo que fue una importante villa. La romanización llegó a estos lugares a través de la vía de Zaragoza a Astorga, camino romano que aún conserva algunos vestigios en la senda que hoy, desviada de la carretera, recorren sólo los peregrinos que hacen el camino desde Carrión a la Abadía de Benevívere. De esta Abadía, que en su día fue importante centro jacobeo dedicado a la atención de los peregrinos, nada se conserva en la actualidad.

Continuando por la senda se pasa cerca de Bustillo del Páramo, mientras nos acercamos hasta Calzadilla de la Cueza por un paisaje rectilíneo de 16 kilómetros, que en sus tramos finales parecen un desierto de tierras de labor, salpicado de algunas encinas y donde la riqueza monumental no abunda, aunque sí una gran cantidad de construcciones típicas: los palomares que recuerdan la importancia que la caza tuvo en este tranco jacobeo por tierras palentinas.

En esta pequeña localidad la Iglesia Parroquial, como en otros pueblos del Camino, está dedicada a San Martín. Es digno de verse su retablo mayor, excelente obra del siglo XVI, atribuido a un discípulo de Juni, que procede del antiguo monasterio de Santa María de las Tiendas. Entre sus imágenes destacan una escultura de Santiago y una Virgen con el Niño.

A través de la carretera N-120 a partir de Calzadilla recordamos lo que fue el célebre hospital del «Gran Caballero», de la Orden de Santiago en la finca de Santa María de las Tiendas, paso que un día fue célebre hospital de peregrinos regentado por la Orden de Santiago.

De allí a Ledigos hay poco tramo. En este pueblo hay que recordar para la historia que este lugar fue ofrecido por la reina Dª Urraca, madre de Bermudo III, al apóstol Santiago. Alfonso VII lo confirmó y así perteneció a la diócesis de Compostela hasta hace no muchos años. La iglesia, dedicada a Santiago, fue reformada en el siglo XVII. Se encuentra ubicada en un altozano, dominando una amplia extensión de tierras que se hacen recorrido jacobeo.

Terradillos de Templarios es más nombre que pueblo. La historia nos cuenta que fue territorio jurisdiccional del Temple, la leyenda habla de que en este lugar los últimos templarios enterraron la gallina de los huevos de oro. De nada quedan vestigios. El pueblo siguiente es Moratinos que tiene templo dedicado a Santo Tomás apóstol y que aún conserva en la memoria una calle por nombre «Calzada francesa» mientras, en San Nicolás del Real Camino queda su sonoro nombre y la historia que dice que ya en el siglo XII existía un hospital de peregrinos, con especial dedicación a los leprosos y que estaba regentado por los canónigos de San Agustín. Poco después atravesaremos el límite de la provincia de Palencia y llegaremos a la de León cuyo primer pueblo, Sahagún, es hito importante en el arte y la historia del Camino de Santiago.

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